El Cristiano y Su Dinero
Por David Cox
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Hoy en día, hay un grave error en el pensar de muchos cristianos, y esto es de pensar que la bendición de Dios sobre un hijo de Dios tiene a fuerzas que basarse en ser o hacerse rico. El pensar de muchos es que Dios tiene todo el dinero en el mundo, y soy un hijo de Dios, y Dios me ama, entonces Dios me va a dar todo lo que quiero. En esta falsa línea de pensar, presumen incorrectamente que (1) está bien de juntarse todas las riquezas y dinero que se puede, y (2) es un deber de una forma que uno hace esto como cabe lugar. Además este error ha sido promovido por los pastores y ministros de ministerios grandes. Ellos enseñan que esto no es error, y es la voluntad de Dios para que ellos mismos puedan tomar provecho de los hermanos.
Tabla de Contenido
La Peligrosa Avaricia
Luc 12:15 Y les dijo: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.
De una forma, hay valor eterno en posesiones terrenales, y se mide éxito y bendición por la cantidad de posesiones que uno puede juntarse.
Mat 6:19 No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón. 22 La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; 23 pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? 24 Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 25 Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
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La avaricia es idolatría, y grave peligro, que se trata de imponerse y dominar a nuestras vidas. Para ser cristiano, uno tiene que creer en las promesas de Dios. Cuando Dios nos promete riquezas en el cielo, tenemos que creerle. Cada persona inconversa agarra lo que puede de este mundo que él piensa que es de valor para él. Pero cuando uno viene a Cristo, Dios le ofrece algo de más valor, la vida eterna. Para agarrar la vida eterna, tiene que dejar lo que ya tiene (los valores y tesoros de este mundo) y agarra todavía más fuerte los tesoros de cielo. El arrepentimiento es un cambio de mente y dirección. Es de dejar lo que estaba persiguiendo para perseguir lo que Dios le dice.
Mat 13:44 Además, el reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo. 45 También el reino de los cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, 46 que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró. Jesús nos revela la misma verdad, que si uno NO “deja” todo lo que estima como precioso para perseguir al tesoro celestial de la vida eterna, no es salvo. La fe es de confiar en el valor supremo de la vida eterna. Es de confiar en ella, que obteniendo la vida eterna, nada más importa. Ahora, ¿dónde se encuentra entonces nuestras necesidades terrenales?
Mat 6:31 No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
La distinción entre un inconverso y un hijo de Dios es su vista sobre la vida. El inconverso se preocupa y se afana sobre las cosas de este mundo, su comida, su casa, su ropa. Un hijo de Dios se marca o se distingue en haber dejado estas cosas como la prioridad de su vida, y sigue a Dios como la prioridad de su vida.
La Avaricia es un Ídolo
1Tim 6:6 Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; 7 porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. 8 Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. 9 Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; 10 porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.
Prov 23:4 dice “no te afanas por hacerte rico; Sé prudente, y desiste.”
El grave error de este pensamiento es de equivocarse en pensar que hay algo en este mundo que es eterno o de importante valor, que hay algo que uno puede tener o poseer realmente que nunca va a perder. Al momento de morir, Dios nos declara que todo lo que hemos juntado se queda atrás, y al fin de la época que Dios ha dado a los hombres, Dios quemará toda la tierra y los cielos y hará nuevos cielos y nueva tierra. 2Pe 3:13 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia. O sea, lo que se marca un verdadero cristiano es su esperanza y vista puesta en su herencia celestial, y la falta de importancia y prioridad en lo que los paganos de este mundo se alocan a obtener. Pablo puso muy claro que al morir, todos perderán todo que han juntado, y salen de este mundo igual como entraron en este mundo (con nada). La decepción o engaño de pensar que realmente posees algo es un grave error espiritual, en lo cual, causa la persona a perder toda esperanza de la vida eterna (salvación) en la próxima vida, y es la causa de grandes, graves, y problemas y “muchos dolores” en esta vida. Prov 15:27 dice que “el codicioso alborota su casa.”
Fili 3:7 Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. 8 Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo,
Pablo vio “el conocimiento de Cristo” la suprema posesión de todos los tiempos. No se puede “ganar a Cristo” agarrando todavía a las cosas, y nada puede compararse a este tesoro. Prov 1:18-19 habla de la codicia, diciendo que uno se atrapa a sí mismo cuando anda en la codicia, y que “la codicia… quita la vida de sus poseedores.”
Además el deseo de juntarse posesiones y riquezas es lo que engaña a la persona para que no sea salvo. Mar 4:19 “pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” Nadie que es codicioso es salvo, y nadie que tiene “riquezas en su mente” hará algo realmente aceptable delante de Dios.
El Requisito para los Líderes
Éxo. 18:21 Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.
Dios hace el requisito que los líderes del pueblo de Dios sean personas que aborrecen la avaricia porque esto afecta su ministerio (Exo 23:8; Deu 16:18-19; 1Sam 8:3; 12:3-4; Isa. 33:15; Eze 22:12). Es importante de entender que Dios impone el requisito de ser totalmente limpio de cohecho, avaricia, y codiciar lo que no es suyo honestamente como un requisito mínimo para entrar en el ministerio. 1Tim 3:3 “no codicioso de ganancias deshonestas… no avaro.” 1Ti 3:8 “no codiciosos de ganancias deshonestas” Tit 1:7 “no codicioso de ganancias deshonestas” 1Pe 5:2 “no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto” 2Pe 2:14 “tienen al corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición 15 han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad.” Isa 56:11 “esos perros comilones son insaciables; y los pastores mismo no saben entender; todos ellos siguen sus propios caminos, cada uno busca su propio provecho, cada uno por su lado.” Jer 6:13 y 8:10 “cado uno sigue la avaricia”; Miq 3:11 “sus sacerdotes enseñan por precio.” Hasta podemos decir que esta calificación espiritual era lo que se preocupó Dios más de repetir para que entendamos que esto es donde los hombres se caen más frecuentemente en el ministerio. Esto igualmente se aplica a todo cristiano, porque el carácter requerido en los ministros de Dios es lo que es ejemplar para todo el pueblo de Dios, y entonces es obligatorio sobre todos.
Dios identifica como falsos profetas estos hombres pretendiendo de ser ministros de Dios, pero que “toman la piedad como fuente de ganancia” (1Tim 6:5). Pablo entendió que estos tipos son hombres “corruptos de entendimiento y privados de la verdad” (6:5), y con la fuerza de Dios, nos exhortó “Apártate de los tales” (6:5). No puedo enfatizar suficientemente la importancia de ejemplos que influyen espiritualmente para provocar imitación de lo mismo en otros. Uno copia lo que ve. Por esto todo ministro tiene que declararse guerra en contra de la codicia y avaricia. El error de los falsos profetas es de poner importancia y prioridad sobre las posesiones, las riquezas, y ni ver ni estimar la eternidad. Los ministros del N.T. también regularmente recordaban a sus seguidores de esta norma de Dios para todos. Hechos 20:33 “ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado.” (Núm 16:15; 1Sa 12:3-5; 1Co 9:12, 15, 18; 2Co 7:2; 11:9; 12:14)
El Falso Profeta y su Avaricia
2Pe 2:3 y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
El falso profeta se marca con su meta y objetivo de enriquecerse, pervirtiendo la Palabra de Dios para lograr sus fines. Él va a organizar su ministerio y manipular la situación para que llegue a fin de cuentas mucho dinero a su bolsillo. Su mente es puesta para esto sobre todo. No gasta dinero suyo si no es para al final enriquecerse en una forma. Su control, influencia, predicación (como Balaam) son para su fin de juntarse las posesiones temporales de este mundo, porque su concepto de la eternidad no tiene nada de influencia con su cuenta en el banco. En el ministerio él es flexible, y pero en enriquecerse no se puede tocar, es su supremo dios, y no se puede afectar sus ingresos o se enojaría.
Conclusión
Sí, los ministros que trabajan del evangelio deben vivir de lo mismo (1Co 9:14) de quien localmente (en la misma iglesia local) reciben los beneficios de su ministerio (Gal 6:6), pero no deben cobrarles. Debe ser de ofrenda voluntaria. Igualmente, los hermanos deben darle un buen salario (Mat 10:10), y doble si merece esto por la excelencia de su trabajo (1Ti 5:17). En ninguna forma debe demostrar en todo esto un afán o deseo para ser rico.
Super interesante el aporte!!!