doct27 La Propiciación de Jesucristo

La propiciación de Jesucristo

Por David Cox
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En este folleto examinamos la propiciación de Jesucristo para nuestros pecados.

Jesucristo está en la mira de la salvación. Somos salvos al fijar espirituapropiciaciónlmente “la vista” en Él. Lo que Jesús es, lo que ha hecho, lo que representa para nosotros, eso es lo que miramos.

Meditamos, concentramos y depositamos nuestra fe en ello. En Isaías 53, la Biblia describe a un hombre sin nombre, pero que representa el ancla de nuestra salvación. Es Jesucristo.

Esto es tanto una profecía, como la definición de la salvación que Dios nos otorga.



¿Qué es la Salvación?

Isaías 53:1 ¿Quién ha creído a nuestro anuncio?

La salvación es la profunda creencia que uno tiene sobre la obra de Jesucristo. Esto lo sabemos porque Dios nos lo anuncia como una “buena nueva” o “buena noticia”. La salvación no está en nosotros (los que creemos). Está en Jesucristo, en su ser, en su obra final al entregar su vida por nosotros. Obtenemos la salvación por medio de la fe y por tener esperanza en esta gran verdad (Cristo pagó el castigo del pecado en la cruz), y que será aplicada personalmente a cada uno de nosotros, es decir, creemos que la promesa de Dios en la muerte de Jesucristo es la verdad, y pedimos a Dios Su salvación en forma personal.

La salvación de Dios está basada en declaraciones bíblicas: Somos pecadores bajo la condenación de Dios, esperando sentencia y castigo. El pecado nos hace culpables y la fe en Jesucristo nos libra de esa culpa. Sin darse cuenta de estas verdades uno no es salvo.
Pero también existe el intercambio que hace Jesús con nosotros. Es decir, Jesús sufrió en una forma y a tal grado, que pagó por nuestros pecados ante Dios. Lo que Él sufrió fue horrible, y por este horror, Dios quedó satisfecho con ello como pago por nuestros pecados.

Sal 27:4 Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; Que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.

Dios es hermoso. De ser hermoso es de tener muchas calidades deseables. Para las personas muy guapas o bonitas, “el mundo está a sus pies”. O sea, todos quieren acudirse a ellos. Pero siendo de gran hermosura, Jesús vino de tomar otra aspectos, no deseable.



“Sin atractivo… Varón de Dolores”

Isa 53:2 “no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos”.

El precio que exige Dios para eradicar nuestros pecados, es el precio que Jesús pagó por nosotros en la cruz (por ser sacrificio sustituto). Esta humillación de Jesús a un estado tan deplorable, siendo objeto de desprecio, es lo que realmente Dios ve como el pago por nosotros. Fue “despreciado” (v.3), lo que significa el poco valor que tenía para la gente. Sin embargo, es el magnificente Dios Creador. También fue de poca estima entre los hombres, actualmente rechazado y “visto” como cosa despreciable. Para apreciarle debes meditar en Él y en su sometimiento ante Dios (Él no hizo su propia voluntad, sino que cumplió con la voluntad del Padre a toda costa).

Dios no hace eso en forma “automática”, sino uno desea ser salvo, solo debe mirarle, contemplarle, y hacer nuestra su forma de ser como Él.



Es una persona de Misterio

Isa 53:2 Subirá cual renuevo delante de él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos.

El hombre de este pasaje no está identificado claramente, sin embargo, parece ser bien conocido. Como el ciego de Juan 9:11, no supo el nombre de quien le sanó, pero experimentó su poder y así “le conoció”. Este hombre es varón de dolores (53:2), un varón de tristezas (os discípulos le abandonaron Mat 26:56, Pedro le negó Mat 26:69-75, Judas le traicionó Mat 26: 47-49, su propio pueblo le crucificó Mat 27:22-23).



La Causa: Nuestras rebeliones

Isa 53:5 Más él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestro pecado; el castigo de nuestra paz fue sobre él. 6 Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros.

Isaías trata 2 puntos: 1º Somos pecadores bajo la ira de Dios. 2º, Jesús sufrió esa ira sobre Él, para que nosotros no tuviéramos de hacerlo.

1ª Pedro 2:24 quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.

El enfoque bíblico es que el Salvador tomó nuestros pecados sobre Él para darnos salvación. Con fe y adoración es como debemos corresponderle.

Aplicación: Si realmente eres salvo, es solo por amar a Jesús por quien es. Amarle es apreciarle lo que pagó por ti. Debemos sufrir pena y dolor ¡CADA VEZ QUE DESOBEDEZCAMOS A DIOS!, por lo que que Él sufrió por nosotros.



La Cura: Él sufrió en nuestro lugar

Isa 53:5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.

Isaías exhibe a Jesús muerto “EN SUSTITUCIÓN” por nosotros. El castigo que debimos recibir, Jesús lo recibió por nosotros. Esto es la Propiciación, O sea, el pago que exige Dios por quitar su ira contra nosotros por nuestro pecado. Es muy importante de entender la propinación, y creer correctamente. 1º, somos pecadores sin discusión. 2º, Jesús está totalmente libre de pecado.

Isaías 53:9 Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca.

Jesús nunca cometió pecado en toda su vida. Esto encarna una vida perfecta, pero también sacrificada por nosotros. El “Engaño” aquí, tiene la idea de duplicidad. Es decir algo o representar una posición siendo realmente otro. Jesús es puro, santo y perfecto, esta es la realidad.

2ª Cor 5:21 ​Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.

Las obras de Salvación y Santificación se hacen en nosotros por medio de la persona de Jesucristo. Jesús murió y sufrió en nuestro lugar, y esto lo recibimos y será aplicado a nosotros si creemos con fe en Jesucristo como nuestro Salvador personal.



Dios acepta su Sacrificio

Isa 53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

Lo que Jesús tuvo que pagar a Dios el Padre fue obediencia aunque la voluntad de Dios no era agradable. Esta sumisión de obediencia a Dios (su voluntad para nuestras vidas), se aprecia en Jesús, y tiene que ser vista en nuestras vidas si deseamos la salvación. Fríamente expuesto, no hay salvación sin arrepentimiento (abandonar) el pecado. Él sujetó su vida a la cruel muerte de la cruz para expiar el pecado. Esto significa que el pecado no queda como carga en contra nuestra que necesite pagarse en el infierno. Igualmente, la persona que quiera la salvación debe tener este mismo deseo de quitar el pecado de su vida.

Isa 53:11 Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo… a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.




La necesidad del quebrantamiento

Isa 53:10 Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada.

La obra de Dios al salvarnos nos lleva al punto de quebrantamiento. No podemos salvarnos a nosotros mismos, pero lo que si es “nuestro” (nuestra voluntad y poder) se acaba. Esto es notable cuando la persona se arrepiente de todo “lo suyo”, su voluntad, sus esfuerzos, Etc., y descansa de todo esto para reposar en la obra de Dios (Su voluntad).



El Gran poder del Varón de Dolores

El Mesías vence todo poder de Dios por medio de sumisión y humildad. Eso es algo totalmente incoherente. ¿Cómo puede alguien vencer por medio de la sumisión? No es darse a la guerra con el enemigo, sino confiar en el control total de Dios sobre las cosas. Y la fe en la sabiduría y el poder de Dios, usarlas en la conquista contra el enemigo.
Es decir, vencemos el pecado en nuestras vidas no porque nos esforcemos en ser más y más fuertes, sino por el descanso (el concepto de fe). O sea, descansar en el plan y promesa de Dios. Cuando entregamos nuestro destino y bienestar a Dios y no desmayamos, cuando parece que “todo va mal”, entonces venceremos.

Juan 3:30 Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
2ª Cor 12:9 Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad

Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.

Dios quiere que suframos y padezcamos. Esto es porque solamente estando en esa condición, buscamos en Dios el poder y la victoria, cuando no podemos por nosotros mismos.

O sea, Dios no salva a nadie que no llegue a esta condición de desesperación, que debe entender que su vida no se compone de sus propios esfuerzos. Cuando la persona empieza a confiar en Dios, y a dejar de confiar en sí mismo, entonces está en el umbral de la salvación. Buscamos el poder y sabiduría en esta voluntad divina que obra porque Dios está en ello, no por nuestro esfuerzo o genio.




Conclusión

Si meditamos sobre Jesús, nos damos cuenta de lo que Él sufrió por nosotros y tenemos que adorarle. Esta adoración no se puede compartir con otros, ni podemos despreciarle. Esto es lo que quiere Dios, e Isaías 53 habla del ejemplo de Jesús al sufrir y nunca menguar su fe en Dios.

Aunque las cosas parecen mal al momento, y aun cuando Jesús murió en esta voluntad divina. Todavía confiaba en esta voluntad. ¿Qué tanto resistes? Puedes seguir en la voluntad de Dios cuando parece que no salen bien las cosas?



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