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Reconociendo a un Buen Pastor
Por David Cox
[IG38] v1r ©2009 www.folletosytratados.com
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“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.” Jn 10:11
Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, Jn 10:14
En Juan 9 Jesús sanó a un ciego, y después de sanarle, los fariseos se enojaron mucho con él, porque no quisieron que nadie reconociera que Jesús era el Mesías, Obviamente el poder y la autoridad que tuvo Jesús era muy diferente a la que tuvieron los fariseos, y ellos tuvieron mucha envidia y coraje, y se oponían a su ministerio.
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El lío entre Jesús y los fariseos
Al fondo de todo este conflicto en los capítulos 9 y 10 de Juan era el asunto de la autoridad y llamamiento de Jesús contra la de los fariseos. Vale la pena examinar lo que Jesús enseñó sobre las calidades y marcas de un “buen pastor”, lo que es Jesús, y también todos los ministros que siguen a Jesús en el ministerio van a imitarle en ese carácter bíblico de un pastor (líder espiritual sobre el pueblo de Dios).
Su entrada es legítima
Jesús propuso mucha importancia sobre la forma en que entra el buen pastor, cuál es su llamamiento y de dónde agarró su autoridad. No es salteador, sino entra por la puerta principal y única. Esto habla sobre el llamamiento directamente de Dios, y el poder espiritual que viene directamente de Dios también. Igualmente se enfoca en Jesús como la puerta de la salvación. Jesús los presenta a ellos como personas con el enfoque de enriquecerse, o sacar provecho económico por su trato con las ovejas, o sea, por el ministerio. Jesús en cambio demostró una actitud de alto sacrificio personal. Jesús tuvo el motivo de hacerles bien, de ser una alta e intensa bendición para el pueblo de Dios, y no de sacar de ellos económicamente como su punto principal. Además de esto, Jesús se enfocó en hacer la voluntad de Dios como la cosa principal, y los usurpadores fariseos se enfocaron en imponerles su voluntad ajena a la voluntad de Dios. Claro que les declararon que su voluntad era la voluntad de Dios, hasta que se fastidiaban diciendo que sus dictámenes fueron los mandamientos de Dios, pero en realidad no enseñaban la verdadera voluntad de Dios, mucho menos que entendieron esa voluntad. De imponer otra voluntad ajena a la voluntad del Padre es de imponer otra religión falsa, y desviarles al error, ni modo cómo parecía al momento. Jesús se dedicó a la voluntad del Padre hasta la muerte.
En contradicción a esta actitud de negarse a sí mismo como Jesús nos mostró y nos mandó de imitar (Mat. 16:24 “niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”) Jesús puso el bienestar de su carga delante de sí mismo como un buen pastor siempre lo hace.
Su éxito era de Dios
Hoy en día hay mucha confusión sobre que es el éxito en el ministerio. Hay hombres quienes producen “éxito” en el ministerio estilo Hollywood, en que se ve dinero, fama, y muchos seguidores. Pero esto no es el éxito que este buen pastor tuvo. Su éxito dependía en el portero quien le dejo entrar. ¿Quién es ese portero? Aunque no dice claramente, probablemente se refiere al Espíritu Santo quien abre los corazones de las personas para cambiarlos. Se identifica al buen pastor porque su ministerio tiene personas quienes verdaderamente son salvas bajo su ministerio inmediato. La pregunta debe salir a la luz, ¿Cómo un pastor puede edificar un rebaño para Dios si no testifica? Hay pastores que son tan famosos que no salen a testificar. No son buenos pastores. Hay pastores quienes salen a testificar, pero usan trucos y trampas de Hollywood, de promoción carnal y mundana para conseguir una oración y contarle rápido como salvo antes de que deje la iglesia. Es asombroso que haya pastores que se jactan de las miles de decisiones que la gente hace para Cristo cada año, pero sus bautismos son la décima parte de estos, y sus membresías son aun 5% o 10% de sus conversiones. Si no fuera por regalos, sobornos, y otras presiones de agencias de propaganda, ni tendrían estos pocos miembros.
El buen pastor se marca por sus éxitos en traer gente a Cristo, y que esta gente se quedan en la iglesia de él. Col 4:3 orando también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso,
El buen pastor reconoce su incapacidad de lograr éxitos espirituales, y su dependencia total en Dios para que estos logros se pasen. El buen pastor es alguien que es humilde de sí mismo, y entiende que la oración y la voluntad de Dios es lo que logran las cosas en el ministerio (2Cor. 2:12; 1Cor. 16:9; Apo. 3:8), no sus esfuerzos y talentos.
Las ovejas le hacen caso.
Juan 10:4-5 dice que las ovejas le siguen porque ellas “conocen su voz” y rechazan y huyen del extraño porque no les conocen a ellos. Esto se refiere a un elemento adentro del buen pastor que las ovejas se identifican con este buen pastor. Las ovejas son salvas del pecado por la obra de Jesucristo, y ellas reconocen lo que está en el espíritu de Cristo, y lo que no es en el Espíritu de Cristo.
Mat 11:29 Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; Las ovejas perciben conflictos de esencia entre un pastor quien es arrogante, jactancioso, soberbio, quien pisa a otros para llegar a donde quiere ir. Así no es Cristo, y un verdadero cristiano rechaza y debe huir de este tipo de pastor. El buen pastor es alguien que no viene a sacar provecho de las ovejas (aunque sí vive de ellas), pero viene para proteger, bendecir, y proveer para ellas. El buen pastor resuelve toda necesidad y problema de las ovejas, y toma gozo en hacer esto para las ovejas. Es su trabajo, y es totalmente feliz haciendo esto.
Ez 34:2… Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? 3 Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas.
Los malos pastores son quienes piensan nada más en que provecho pueden sacar de las ovejas, y no sirven a las ovejas en sus problemas y necesidades. El buen pastor no causa problemas a las ovejas, sino alivia los problemas que tienen. Las ovejas tienen confianza y siguen al buen pastor porque han visto su vida y ministerio de sacrificio y servicio a ellos, y que no tomó provecho de ellas. Él es medido y restringido en como aprovecha los recursos de las ovejas para sí mismo. El buen pastor vive con las ovejas, como viven, así vive.
Su liderazgo es de ejemplo.
El buen pastor les da vida (Juan 10:9) y les lleva afuera para “hallar pastos” (10:9). El buen pastor está siempre propuesto como un ejemplo para el rebaño de Dios (1Pedro 5:3 no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey.) O sea, el estilo de liderazgo del buen pastor es muy distinto. Mientras los gobernantes del mundo son crueles que se esfuerzan y obligan a otros a hacer su voluntad (Mateo 20.25-26; Marcos 10:42-45), el buen pastor no impone su voluntad, sino demuestra algo mejor, la voluntad de Dios el Padre. Cuando surgieron pleitos entre sus discípulos de quien iba a ser el gobernador de ellos (Lucas 22:24-27), Jesús regañó a todos con así no vamos a hacer.
Mat. 23:8 Pero vosotros no queráis que os llamen Rabí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo, y todos vosotros sois hermanos. 9 Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el que está en los cielos. 10 Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo. 11 El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. 12 Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.
O sea, Dios quiere que el buen pastor sea quien que vive la vida ejemplar de Cristo delante de los demás. Los hermanos le siguen a él no por una obligación espiritual de obedecer a Dios, sino le siguen porque ven en él el carácter de Jesucristo. Le siguen porque así es como es Jesús.
2Co 1:24 No que nos enseñoreemos de vuestra fe, sino que colaboramos para vuestro gozo; porque por la fe estáis firmes.
El ladrón y hurtador.
En Juan 10:8 Jesús llamó a los falsos ministros ladrones y salteadores. Un ladrón es alguien que usa astucia y cubierto para tomar lo que no le pertenece, y un salteador (hurtador) lo hace en la plena vista de todos simplemente porque dice él, y toma. Hay malos así, y esta crítica es válida, pero también hay otra aplicación aquí, los ministros quienes no trabajan en el poder y espíritu de Jesús, sino por su agilidad en manipular a las personas, logran lo que logran. Jesús es la puerta y el camino, y nadie llega al Padre sino por Él (Juan 14:6). Pero muchos pastores no dependen en que Dios cambia a su gente, sino ellos van a cambiarles a lo bruto, al esfuerzo de ellos y su voluntad sobre el rebaño. Su error es igual de grave como el asalariado. Estos ven el secreto de su éxito en su personalidad, su carácter fuerte, sus talentos discernimiento espiritual, y su elocuencia en el púlpito y de convencer e imponerse como la fuente de su éxito, y no Dios.
En conclusión, el buen pastor se reconoce por su actitud, espíritu, y manera de obrar. Siempre va delante como ejemplo, y no manda a otros, sino demuestra el camino de Dios por hacerlo primero antes de todos. Los demás le siguen. Ellos van y hacen lo que él ya tiene como por hábito de la vida. Su imitación está basada en reconocer a Jesucristo en su pastor de su iglesia local, y seguir este ejemplo vivo delante de sus ojos. Jesús nos avisó en Mateo 7:15-20 que los falsos profetas parecen de ser algo, pero el producto de su vida y ministerio demuestra lo que realmente son, malos. Pablo dijo que él dio “un ejemplo para que nos imitaseis” (2Tes 3:9). Dios usa el principio de imponer persona de buen ejemplo en el lugar de pastor (líder espiritual, y también los únicos calificados maestros de doctrina). Jesús dijo, “ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis” Juan 13:15. Es triste que tantos cristianos hoy en día acepten ministros que no son ejemplares, y que no son buenos pastores, y cuando se ve su carácter malvado, los miembros sufren y son abusados, y estos cristianos quejan del daño que les hacen estos malvados. Pablo mandó que sus amigos en Cristo lo imitaran a él, como él seguía a Cristo (1Cor 11:1).
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