ig09 Nuestra relación uno al otro

ig09 Nuestra Relación uno con el otro

Por David Cox
Revisión Gramatical: Luis Flores E.
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1ª Pedro 1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

Pocas veces el creyente da importancia a los elementos claves que Dios ha dado para el bien espiritual en su vida. Casi siempre pensamos que podemos todo sin considerar lo que Dios manda, y luego, culpamos a Dios por nuestro fracaso. La vida cristiana no es posible estando solos. Dios nos ofrece ayuda poderosa en las Escrituras para cambia nuestra realidad. El poder de su Espíritu Santo nos da fuerza y poder espiritual.

Pero nuestra relación como hermanos en Cristo la estimamos en poco. Dios dio poder espiritual a la congregación en compañerismo espiritual para ayudarnos grandemente. Esta relación de “uno al otro” es lo que queremos enfocar en este folleto. Cobramos fuerza espiritual cuando cumplimos en nuestra relación con los demás, y debemos estimar esto como algo sumamente importante.



Dios hizo al Hombre Social

Gen 2:18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Dios creo el ser humano como una criatura social, algo faltará si no tiene relaciones con los demás. Esto alude a las relaciones sociales en las que uno toma parte en la vida de otras personas, y ellos en la nuestra. Somos criaturas sociales, y somos parte el uno del otro. Es como el cuerpo, 1ª Cor 12:21 Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros.



Cuál es la Gran Prioridad de la salvación

Mat 22:36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? 37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. 38 Este es el primero y grande mandamiento. 39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

Otra forma de apreciar la salvación es amar a Dios. Sin el amor a Dios nadie puede ser salvo. Salvación es desear a Dios en lo profundo del alma. Y también es desear que otros vivan siempre con Él. Esto debe llenar nuestro pensamiento. Razonemos que deseamos a Dios por quién es, es decir, por su moralidad y su carácter. Este profundo deseo del alma es difícil de apreciar. Dios hizo las cosas para vivir y demostrar lo que existe realmente en tu ser hacia Dios, por tus relaciones con otros. “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Estos son substitutos para Dios. Ver Mateo 25:31-46. Surgiendo la pregunta entonces ¿Cómo puedo exponer mi alma a Dios?





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Amor para tu Prójimo

Juan 13:34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.
1ª Juan 4:7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 8 El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.

El hijo de Dios es alguien que ama tanto al Señor que toma su carácter moral como suyo propio. Porque Dios es amor y nosotros somos personas de amor. Esto nos obliga a tener buenas relaciones sociales con otros.

Si no buscas activamente mostrar tu amor espiritual a otros, entonces eres insincero con Dios, y no aceptas y buscas a su carácter como forma de vivir.



Demos Honor y Preferencia

Rom 12:10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros.

Porque somos hijos de Dios, debemos imitarlo en sus cualidades morales estimando y exaltando a la otra persona, honrándolo como algo mayor a uno mismo.



Humildad, no Arrogancia

Rom 12:16 Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión.

Hay una actitud que cada salvo lleva en sí. Es una actitud de no altivez. La vanidad eleva la apreciación de uno creyéndose mejor que otros, despreciándolos como inferiores y menos importantes. Entre los salvos, no debe ser así. Buscamos llevar las flaquezas y debilidades de los demás. Como Jesús nos lo mostró, uno debe vivir sin presunción ni exaltación a uno mismo.

Fil 2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.

Que tu actitud no compita con otros. Debes estimar más alto y mejor a otros que como te ves a ti mismo. Esta actitud dominó el ser de Cristo, siendo superlativo, trató a los demás como si ellos fueran lo máximo.



Servicio, no Libertad

Gál 5:13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.

Hoy en día se piensa que siendo salvos, tenemos la libertad para hacer lo que queramos. (Exaltarse a uno mismo) y no tenemos obligaciones hacia a nuestros hermanos. Pablo explicó que no somos libres de obligaciones a los otros, sino que nuestra libertad debe ser para que sirvamos a otros.



No pequeños Grupos

Rom 15:7 Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios.

Es común que en las iglesias haya grupitos qué niegan amistad “a los de fuera” (es decir, miembros de la misma iglesia que no son del “grupito”).

Con esta mentalidad, cualquier cosa por pequeña que sea, se toma como ofensa o critica, por ello, se pone distancia entre uno y la otra persona. (Rom 14:13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano. La idea es no cometer ofensas entre tu y otros. La revelación de que uno es hijo de Dios, es recibir a otros aunque no sean de nuestro grupo. La base es aceptar al otro por quien soy yo ante Dios, y no por lo que ellos sean.

Efesios 4:2 con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

Las fricciones y molestias que normalmente los inconversos despiertan al grupito, es la excluir y escandalizarse de alguien diferente, eso no debe ser causa de frustración y exclusión. Debemos soportarnos con paciencia.

Col 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.

De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. El secreto de llevarse bien con otros que son “imposibles” de soportar y perdonar, considerando lo mucho que Cristo te perdona y te soporta.

Santiago 4:11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.

Muchos cristianos pretenden estar tan alto que juzgan a sus hermanos, reprobando (criticando), y condenando como malos o criminales a los demás por lo que te han hecho. El hijo de Dios se refiere a la murmuración, dejando el juicio a Dios.

Santiago 5:9 Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis condenados; he aquí, el juez está delante de la puerta.

El hijo de Dios los resiste, no los juzga, ni los sentencia, ni los condena.



Sed Benignos

Efesios 4:32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

La idea promueve el ser bueno en la vida con los demás. Hazles bien aunque ellos te menosprecien, o aun en el caso de que te hicieran mal.

La marca de un hijo de Dios es que su grandeza, no toma a pecho ofensas personales, sino que deja que estas pasen y se olvida de ellas, sin dejar que su espíritu se corrompa por la maldad. La guerra es maldad contra bondad, no persona contra persona. (Rom 12:21 No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal. El enemigo no es otro ser humano, sino la calidad moral entre tú y él. Si contestas maldad con maldad, entonces Satanás ganará en tu enemigo y en ti. Si respondes con bondad y perdón, entonces Dios ganará en ti, y es posible que con el tiempo también en tu enemigo. 1ª Tes 5:15 Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. Debemos siempre hacer lo bueno con todos, no importando lo que nos hagan.

Col 3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro.

De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. El soportar (aguantar) a otros es lo que distingue que uno es un hijo del Rey. Esto es no reaccionar, principalmente no caer en el enojo, ni vengarnos ni recordar las ofensas de otros.



Coopera uno con los otros

Efe 5:21 Someteos unos a otros en el temor de Dios.

El punto es que no seamos egoístas, ver las cosas de frente y mandar en todo, o si no, no estamos apoyando el punto. Eso es “cooperación” entre sí. Las personas “difíciles” pocas veces son salvos.



Consuelo y Edificación Mutua

1ª Tes 5:11 Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis.

La idea planteada por Dios es no hacer males a otros, sino ser una verdadera bendición en su vida.

Heb 3:13 antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy;

para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.

El autor de Hebreos propone que hay un principio espiritual en juego, que sin la exhortación de la Palabra de Dios, el corazón endurece en el pecado. Los hermanos y uno mismo hacia ellos, tenemos la responsabilidad de exhortar para que esto no pase.

Heb 10:24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.

Siguiendo el principio declarado arriba, esto causa estimular el amor entre nosotros por nuestras relaciones sociales. Solamente pasa esto cuando nos portamos bien con los demás. Buenas obras (útil servicio) está envuelto en esto también. Todo se enfoca y se concentra en la iglesia local, en sus servicios, tiempos sociales y experiencias en ella.



Conclusión

1ª Pedro 1:22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;

Dios es amor, y nadie va al cielo para vivir la eternidad con Dios si no ha puesto esta calidad divina del amor en práctica en su propia vida. La sinceridad de tu fe se ve en la evidencia del amor en tu vida. Nadie es salvo por cumplir con reglas, pero si por amor a Dios, y vivir tal amor cada día.



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