fam22 El Chicle del Matrimonio

El Chicle del Matrimonio
Por David Cox
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Este folleto predicado por Pastor Cox: http://www.davidcoxsermones.com/vida-cristiana/el-chicle-del-matrimonio/
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¿Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Mateo 19:5-6

Muchas parejas tienen problemas en la unión entre el hombre y la mujer. Esto resulta de sus entendimientos erróneos antes de casarse, y durante su matrimonio. Dios dice que El ha hecho la unión entre un hombre y una mujer. Esta unión es divina, tiene su origen en Dios, y nos amenaza “no lo separe el hombre” La idea de la frase “Dios junto”, es de pegarse uno al otro, como chicle. Entonces, ¿Qué es el chicle que une tu matrimonio? ¿Este pegamento que causó a los dos de unirse en uno está basado en la Biblia? Entendemos “¿Por qué debemos quedarnos juntos” correctamente?




El Pegamento del Amor

Mientras que muchos piensan que este pegamento que les une es principalmente el amor, la mayoría no entienden el amor del que habla Dios. Para ellos el amor es como una gripe. Viene cuando uno menos piensa, e igual de rápido que uno la consigue a sí mismo, se quita. Dicen los doctores que con el virus de la gripe no se puede hacer nada solamente es de aguantarla hasta que termina sola. Así es como muchos tratan el matrimonio. El amor es la razón para casarse, pero muchos lo ven igual de incontrolable como la gripe. Muchos dicen que no pueden causar el amor ni provocarlo en su corazón, ni tampoco pueden retenerlo o reactivarlo una vez que se ha ido. Pero así no es como Dios ve el amor. Mientras que muchos piensan del amor como una cosa pasiva, que viene y sale sin nuestro control, y que es una cosa emocional y social afuera de nuestro control, Dios nos presenta que el amor es algo espiritual, basado en la voluntad de la persona. O sea, según Dios, uno ama por que desea amar, no porque el amor toma control sobre nosotros. Primero sobre todo es la voluntad en desear el amor, y no es el corazón pasivamente cautivo del amor.

Mateo 5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Lucas 6:27 Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; 35 Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos.

Para Dios el amor es una actividad de la voluntad, del alma (es espiritual). Dios es amor (1Juan 4:7), entonces el amor es eterno, y espiritual. Dios nos obliga a amar a nuestros enemigos cuando es difícil de hacerlo y tal vez en contra de nuestra voluntad. Véalo así. Este asunto de cómo tratas a otra persona es un asunto de tu voluntad y alma, no primeramente de tu corazón. El “sentirlo” no es necesario para hacerlo, sino es una obligación espiritual de hacerlo en un matrimonio, y el no sentirlo, no lo hace imposible, o no lo hace que “no puedo amar por que no siento nada.” Es simplemente una obligación espiritual por lo cual uno cumple en obediencia a Dios.

Ef 5:25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, Col 3:19 Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.

El marido tiene el mandamiento de Dios de amar a su esposa. No tiene ninguna calificación “si te sientes bien en hacerlo”. O sea, simplemente es obediencia o rebelión a Dios. Empezamos a ver entonces el verdadero “chicle” que une a un matrimonio, y no es el amor precisamente, sino la obediencia mutua del hombre y la mujer a la voluntad de Dios. Es extremadamente importante de fijarse en esto cuando uno escoge a su pareja. Si los principios y presencia de Dios no han capturado el corazón, la voluntad, y la vida de tu pareja, vas a sufrir tremendamente en tu matrimonio y probablemente terminar en un divorcio o cada uno viviendo sin unión aunque sigan viviendo bajo el mismo techo.

Tito 2:4 que enseñen a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos,

Esto es un versículo muy interesante. Yo no pude encontrar un versículo donde dice directamente a las mujeres de “amar a sus maridos”, pero esto es lo más cercano. Las mujeres, quienes son más emocionales y románticas que los hombres, ni tienen este mandamiento tan claro como está dado al hombre. Pero fíjate lo dice. Las ancianas piadosas deben enseñar a las mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos. El amor como Dios nos enseña es algo que se puede enseñar en un salón, y para esto, no buscas a las jovencitas y adolescentes para enseñar esto, sino a las ancianitas. ¿Por qué? Por que lo más importante del amor no es un sentir, no es una emoción, ni hormonas que te impulsan a locuras, sino un compromiso que se ve por años de persistencia en hacer lo correcto y debido delante del Señor. Estas ancianas de qué habla Pablo son mujeres cristianas quienes han cumplido su largo curso con un hombre, y después de todo, han sido encontradas fieles y ejemplares. Es locura de buscar ayuda de gente que son inexperimentadas y realmente sin experiencia en la materia, o personas quienes han tratado y han fracasado. O sea, es ilógico de buscar como amar a alguien, o de resolver problemas con tu pareja o novio, de personas divorciadas o de personas que no se han casado. Se buscan consejos de personas quienes se han quedado casadas por años y años en fidelidad, gozo, y paz en su relación. El chiste está en los que han logrado grandes cosas en esta materia, no novatos y fracasados. Se busca gente que ya ha logrado el asunto, personas quienes han encontrado el chicle del matrimonio y que tienen su vida bien pegada a su pareja, no estas personas que se unen uno con el otro como con velcro (fácil de pegar, fácil de despegar). El amor es un asunto primero de la voluntad y deseo, es espiritual antes que es social o emocional. Entendiéndolo así te ayuda a pegarte a tu pareja correctamente.




El Pegamento Emocional y Social

Gen 2:20 mas para Adán no se halló ayuda idónea para él.

Dios hizo a Eva para Adán, porque a Adán le faltaba a su compañera. En esto hablamos del lado social, emocional de esta relación. Muchas personas buscan pareja para que sea su compañero de la vida. Es muy importante ver que dice Mateo 19:5-6, lo que Dios juntó. No es un acuerdo que podemos romper. También dice, se unirán a ser una sola carne. Esto es bueno, y esto es malo. Lo que es tu pareja, vas a ser. Los dos se mezclan en sus vidas, sus preferencias y gustos, y sus disgustos. Si tu pareja es inconversa o no es espiritual, así va a jalarte a ti a ser lo mismo. O si tú no eres, vas a contaminar a tu pareja con tus problemas. Es bueno de examinar las fuerzas y debilidades de tu pareja antes de comprometerse con ella. Debe haber algo parecido de intereses y prioridades. Lo social es un fuerte pegamento para unir a los dos. Para Dios el propósito era de crear a Eva para Adán. Para nosotros es muy importante también. Siempre en un matrimonio, el sexo es algo muy importante y llamativo en el principio, pero después con tiempo, no llega a ser lo más importante. Los cuerpos de los dos se van envejeciendo, y el sexo llega a ser algo secundario. ¿Hay otra cosa? ¿Hubo otro pegamento afuera de las relaciones sexuales? Estas “otras cosas” son las que tomarán la importancia en los años finales de la vida.




El Pegamento del Sexo

Heb 13:4 Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios.

Parte del entendimiento de “una sola carne” es de tener relaciones sexuales entre pareja. Nuestro mundo hace obsceno el sexo. Dios lo hizo bonito y sin vergüenza, y así debe ser. El sexo no es una “mancha” como algo asqueroso, pero tampoco no es público. Dios hizo el sexo como algo íntimo, algo solamente entre dos adultos, hombre y mujer, quienes están en el vínculo de matrimonio uno con el otro. Este pegamento es muy fuerte si es por agradar el uno al otro como Dios nos mandó (1Cor 7), y no para agradarse a sí mismo primeramente.

1Co 6:16 ¿O no sabéis que el que se une con una ramera, es un cuerpo con ella? Porque dice: Los dos serán una sola carne.

Este pegamento no es público. Es asqueroso de ver a un niño chiquito que ve un chicle ya masticado y tirado en la calle, y luego el niño lo levanta y lo mastica. Está sucio y profano. Hay personas que no piensan en lo que hacen por que se pegan igualmente con lo asqueroso y profano, mujeres profanas “de la calle.”




El Pegamento de Tus Votos Conyugales

Ecl 5:4-5 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas. Mal 2:14-16 Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto (compromiso)… ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Porque Jehová… aborrece el repudio…. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales. El enfoque de quedarse juntos es este voto o compromiso que los dos hicieron al casarse. Ninguno que entra en un matrimonio sabe lo que le espera, pero siempre es por lo bueno o por lo malo. De romper este compromiso o voto es de ser desleal a tu pareja delante de Dios que aborrece la separación de una pareja. El directamente manda “lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” Mateo 19:5-6. Entonces el compromiso que cada uno lleva con Dios respecto a su lealtad y fidelidad a uno con el otro es lo que pega a los dos hasta la muerte.




El Pegamento de los Hijos

Mal 2:15 ¿No hizo él uno, habiendo en él abundancia de espíritu? ¿Y por qué uno? Porque buscaba una descendencia para Dios. Guardaos, pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra juventud. Malaquías dijo que Dios buscaba una descendencia para El. Parte del pegamento que une a un matrimonio es el asunto de los niños. No es aceptable quedarse bajo el mismo techo pero vivir separado en sus vidas y corazones. La unión conyugal tiene muchos aspectos que nos obligan a vivir en amor y unidad espiritual, en calma, paz, gozo y felicidad. Pero sin esta fuerza moral adentro de cada uno empujándole a unirse con su pareja, nunca encontrará la bendición de Dios en el matrimonio, ni tampoco lo bueno que Dios tiene en ello para nosotros.




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