“Mi Bebé Murió”
Tratando con la Muerte de un Hijo
Por David Cox
[CP12] v1r ©2008 www www.folletosytratados.com
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Siempre es difícil cuando alguien pierde a un hijo, y especialmente cuando es un niño pequeño. Es necesario de recordar unas verdades cuando esto sucede. Sobre todo, tenemos que recordar que la vida y la muerte están en las manos de Dios, y nadie puede conservar la vida por un segundo solo que Dios lo permita, ni tampoco nadie muere sin que sea el tiempo en que Dios decide que es su tiempo para morir.
En el asunto de la muerte, nadie muere “de sorpresa” a Dios. Dios ha planeado en su buen tiempo la vida de cada persona.
Tabla de Contenido
El Hombre que Perdió a Todos sus Hijos
Job 1:18 Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; 19 y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia. 21 y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. 22 En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.
Primero Job tuvo la perspectiva correcta, y su actitud fue algo que agradó a Dios grandemente. En buscar como aceptar o reaccionar en la perdida de un hijo, Job es un buen ejemplo. Job nos enseña que somos criaturas de Dios y quienes no tienen nada cuando entran en este mundo. Hasta la vida que gozamos es prestada de Dios. La mayoría de las personas menosprecian lo que tienen hasta que pierden las cosas. En el caso de un padre que pierde a su hijo, tiene que aceptarlo ni modo. El dolor, la angustia, y la confusión parece que es más de lo que uno puede acomodar en su vida. Pero a la verdad, Job nos guía a lo que agrada a Dios. Vemos que Job reconoció a Dios como dueño de su vida, y de las vidas de su familia. Dios dio, y Dios puede quitar. Todo esto está adentro del poder, derecho, y autoridad de Dios de hacer.
Tenemos que aceptar lo que Dios hace en nuestras vidas. Job nunca supo el porque de todo lo malo que le pasó en su vida, pero siempre confiaba en Dios, y nunca perdió su confianza que Dios sabe lo que hace, y lo que decide Dios es mejor para él. Su confianza en Dios era impecable. Además vemos que en todo lo querido que perdió, Job insistía en bendecir a Dios por todo, incluso la perdida de toda su familia excepto a su esposa. La victoria viene en tener tanta fe en Dios, que Dios sabe lo que es mejor para mi vida y lo que es mejor para los propósitos de Dios, que puedo aceptar lo horrible, y además llamarlo bendición de la mano de Dios. A fin de cuentas, la mayoría de las personas niegan el poder, la autoridad, y el control que tiene Dios sobre sus vidas. Ellos piensan que ellos mismos están en control de sus propias vidas. Cuando algo así pasa, especialmente la muerte de su hijo por enfermedad, Dios les demuestra que son incapaces e impotentes en detener la muerte. La respuesta correcta debe ser reverencia y temor de Jehová en sus corazones pero muchos atacan y maldicen a Dios como la esposa de Job que quiso que Job hiciera, pero Job rehusó.
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Dice en Job 1:22, “en todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.” La palabra “despropósito” significa algo que es hueco, sin valor real, algo necio, vanidad, o frivolidad. La idea es que todo que pasa en nuestras vidas está dirigido detalle por detalle para los propósitos de Dios. Nada pasa sin que Dios esté en ello. Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.” Hay una vista que tiene la persona que pone su fe y confianza en Jesucristo, y esta vista o actitud es que Dios le cuida y le protege, y aunque supuestamente “malas” cosas entran en su vida, bien sabe y confía que estas cosas están en parte del plan de Dios. Esta voluntad de Dios que guía el plan de El es mucho mayor que uno, y tiene que ver desde los siglos pasados antes de la creación del mundo hasta el fin de los eventos del libro de Apocalipsis. Es difícil de entender que como uno, como persona insignificante, cabe en estos planes divinos, pero por la fe y confianza en el Salvador uno sabe que uno entra en este plan de Dios. Muchas veces no sabe uno porque lo malo le viene, pero confía que aun esta mala fortuna, adversidad, enfermedad, y hasta la pérdida de los seres queridos son todos partes de este plan de Dios, parte de la voluntad de Dios, y en fe, lo acepta y da gracias, gloria, y honor a Dios por todo lo que Él hace en la vida de uno.
El Juicio de Dios sobre un Pecado
En el caso de Job vimos que Job era justo y recto, perfecto delante de Dios, y por llevar una buena vida, le cayó la calamidad. No fue por sus pecados, sino por su justicia que Dios permitió lo malo de sucederle.
Pero hay otro relato, el de David, en que la pérdida de su hijo era directamente una consecuencia de pecado en su propia vida. Ahora tenemos que insistir que nadie afuera de los padres quienes pierden a su hijo pueden discernir correctamente esta situación. Por que los amigos de Job le acusaron de pecado, pero ellos estaban equivocados.
2Sa 11:27 Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová. 2Sa 12:14 Mas por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá.
Si estudiamos lo que pasó con David, vemos que David se puso a orar, a ayunar, y dejó su vida a un lado para atender a su hijo enfermo, y mientras suplicaba a Dios por su vida. Lo extraño es cuando murió el niño, David dejó todo esto, y comió. Lo que entendió David es Heb 9:27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio. Dios ha puesto un fin a la posibilidad de cambiar el destino de una persona en la muerte. Después de la muerte, nadie puede cambiar su destino. Es fijo eternamente.
De pasajes como Mateo 22:24-30, Lucas 20:34-36, (Mar 12:25 Porque cuando resuciten de los muertos, ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles que están en los cielos.) entendemos que nuestras relaciones terrenales de familia se disuelven en la eternidad. Somos responsables por nuestros padres, hijos, y pareja aquí en este mundo, pero pasando a la próxima, no hay estas relaciones, y todos entramos a ser simplemente “hijos de Dios”. Las relaciones familiares en la tierra son cambiadas para la relación con nuestro Dios. Creo que reconoceremos uno al otro todavía en el cielo, pero la obligación hacia el otro será entregada a Dios.
Vemos en Romanos 7:2 (Porque la mujer casada está sujeta por la ley al marido mientras éste vive; pero si el marido muere, ella queda libre de la ley del marido) que Dios disuelve esta relación familiar en la muerte. David hizo lo que pudo por su hijo, pero a fin de cuentas, sus acciones y pecado sin arrepentimiento era lo que causó la muerte de su hijo. Cada padre que pierde a un hijo va a cuestionar si era por pecados que ha hecho él o ella que Dios le castigó con la muerte de su hijo. Siempre se queda en lo mismo como David, por no acercarse de todo corazón a Dios, Dios tiene que llamarnos la atención con cosas bruscas. Si esta es la razón por la muerte, es mejor de ponerse bien con Dios y de buscarle de corazón tierno y entusiasta para no seguir los juicios en su vida.
El Hombre de quien Dios quiso a su Hijo
Sabemos que según Salmo 127:3 que los niños son una herencia de Jehová, “cosa de estima el fruto del vientre.” Herencia es algo de valor que otra persona te regala. La idea que Dios “visitó” una pareja para regalarles a un hijo es por todala Biblia. Los niños son una inversión que Dios hace con una pareja para que ellos inviertan sus vidas en las vidas de estos niños para que lleguen a ser hombres y mujeres de Dios.
Gén 22:2 Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré.
En el caso de Abraham, Dios le prometió a un hijo por su esposa, Sara. Cuando recibieron a Isaac, era don de Dios. Pero siempre Dios quiere que los padres traten a sus hijos como “prestados” del Señor, y no como posesión propia. Entonces Dios le pidió que Abraham regresara la vida de su hijo a Dios en sacrificio. Debemos aclarar que Dios no acepta sacrificios humanos excepto en el caso especial de su propio hijo, Jesucristo en la cruz. Los Israelitas se cayeron por tiempos en su historia en la abominación de Moloc quien era un dios pagano que exigía el sacrificio de sus bebés. Esto era siempre tratado como abominación delante de Dios, y hasta el valle donde hicieron estos sacrificios se llamó Hinom, lo cual llegó a ser un lugar tan asqueroso que Jesús usó esta palabra, gehena, para describir el infierno.
Toda la prueba para Abraham consistió en si Abraham hizo “suyo” a su hijo, o si todavía veía todo lo que tuvo como posesión prestada por Dios a él. Abraham fue al extremo en obedecer a Dios en quitarle la vida a Isaac, pero Dios no le permitió que muriera Isaac, sino le paró antes. Pero la prueba sigue con unos padres hoy en día. ¿Es tanta tu devoción a Dios que aceptarías perder a tu hijo y aun seguir fiel a Dios?
¿Dónde está mi Hijo Ahora?
Esta pregunta sale muchas veces en la muerte de un niño, especialmente cuando es muy pequeño cuando muere. Primero debo decir quela Bibliano dice. De un lado tenemos la verdad que nadie entrará al cielo sin haber puesto su fe en Jesucristo. Esta es la única forma que uno puede asegurar de ir al cielo. Por otra parte, Dios es un Dios lleno de misericordia y gracia, y no sabemos si Dios hace casos especiales en tales casos. Pero de todas maneras, cada persona es responsable por su propia vida, y nosotros, por todo lo que queremos, no podemos determinar el destino eterno de otras personas. Podemos presentarles el evangelio, pero aun la decisión es de cada persona. Cada padre debe buscar en cuidar la vida de sus hijos todo lo posible, no exponiéndole a riesgos. Además cada padre debe ser fiel en asistir a una buena iglesia donde prediquen el evangelio, para que aun cuando son niños, escuchen regularmente la presentación del evangelio.
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